miércoles, 3 de septiembre de 2008

Mi amiga Ana

Hoy quiero hablar de alguien muy especial para mí. Su nombre es Ana. Es una amiga, una gran amiga. Bueno, creo que la amistad no debe tener adjetivos que la “califiquen” o la midan. Alguien es o no es amigo/a. Serlo es serlo totalmente… y si no, hay que utilizar otro término que no sea este tan hermoso.
Bueno, pues Ana ES mi amiga. Y confieso que me siento afortunado y rico de “poseer” esa dicha, de estar en su “lista” de gente querida.
En ocasiones he pensado que, cuando sea un poquico mayor que ahora, me gustaría ser como ella, me gustaría vivir la vida como ella la vive, ver las cosas con su visión, tener siempre su sonrisa dibujada en los labios, su brillo en los ojos -unas veces picaresco, otras ingenuo-, su energía que contagia, arrastra, convence.
Para decir su nombre basta usar dos letras, aunque a esa simplicidad y brevedad le siga un apellido “enrevesado” que, cuando lo escribes las primeras veces, siempre te dejas olvidada esa letra agazapada e impenitente.
Tras su apariencia despreocupada e informal se esconde una gran mente capaz de analizar, razonar y argumentar lo que se proponga, eso sí, siempre con un toque de humor y buscando ese “tercer pie al gato” que a casi nadie se le ocurriría, quizás porque, en el fondo, no se trate más que de aplicar un poco de sentido común, ese que ella ha aprehendido de lo que le rodea, de lo cotidiano, de lo práctico… porque Ana es una mujer práctica, que sabe ver un uso para… casi todo… y si no, se lo inventa..¡ea!
Junto a su inteligencia, hay otro “tesoro” que Ana guarda dentro: su gran corazón. A Ana le gusta querer a los demás, disfruta haciéndolo, y lo hace con espontaneidad, a veces desbordante. Te contagia su amorcito, con sus miradas, sus gestos, sus besos –siempre sinceros (porque besa porque quiere hacerlo… y a quien quiere dárselos), y ese “mi” que antepone a tu nombre cuando te llama, usando además su diminutivo…. Es como si en ese momento te sintieras un niño junto a esa niña mimosa y traviesa.
Ana es a veces dispersa, olvidadiza, ordenada en su peculiar “caos”. Yo pienso que tiene un poco de genialidad, y los genios suelen ser así…Pero a la vez es puntillosa y exigente en lo que hace… y especialmente en lo que escribe; le gusta pensar y repensar cómo poner esta palabra o frase para decir exactamente “eso” que quiere decir y que a veces es tan difícil de expresar… pero que conste que siempre lo consigue.
Ana no se ha detenido en su vida, sigue caminando, y mientras lo hace, mira, observa a su alrededor, curiosea, pregunta, se deja interpelar; es un poco “culo inquieto”, una especie de “olla” en ebullición permanente, que siempre nos sorprende con algo nuevo: una noticia, una reflexión, un acontecimiento, una persona nueva que ha conocido, una página web que ha encontrado o un dato que le ha llevado a soltarte a “bocajarro” la conclusión a la que ha llegado.
Ana es rica, inmensamente rica: en personas a las que quiere y que le quieren, en experiencias que guarda vivas en esa “cajita” dorada y que te cuenta con ilusión mientras toma un café contigo, en recuerdos e imágenes de sus “muchas vidas vividas”. Y como todos los ricos en bienes “no perecederos”, no tiene nada suyo; todo lo comparte, lo ofrece, lo brinda… hasta su casa y, sobre todo, su tiempo.
Ser amigo de Ana es una experiencia “adictiva” y divertida. Quien la prueba, repite… y se queda con ella, porque es una “gozadica” de mujer. Yo no le puedo negar nada, porque ella me ha dado todo.
Fue para mí una suerte conocerla, una especie de “lotería” de esas que pocas veces tocan, pero que si te caen, te cambian la vida.
No podría prescindir de ella, porque siento que ya forma parte de mi mismo, de mi experiencia y vivencias –tantas hemos compartido, sufrido y disfrutado…-
Bueno, pues hoy 3 de septiembre, es su cumple… y yo no quería dejar pasar este día sin decirle desde este mi “rinconcico virtual” que le quiero un montón, y regalándole estas pocas líneas porque me ha salido así (aunque se le suban los colores cuando las lea).
Quiero que cumplas muchos años más… y yo también, para que podamos seguir disfrutando de la vida, del presente, de cada momento. Para que sigamos contándonos cosas, compartiendo raticos en los que “arreglar” un poco el mundo (por lo menos el nuestro más cercano), o desahogándonos de lo feo y malo que no nos gusta o nos daña, para llorar y reir y cantar y pensar y opinar y… vivir. FELICIDADES, Ana. Un BESO enorme.